El Descendimiento de la Cruz (De Kruisafneming)
Autor: Rogier van der Weyden (1399-1464)
Fecha: Hacia 1436 (Gótico) Óleo sobre tabla.
220 x 262 cm. Museo del Prado (Madrid, España)
El cuadro que tienen ante ustedes es obra del pintor flamenco Van Der Weyden, y una de sus más famosas obras. Representa una escena de la Pasión de Cristo: el Descendimiento de la Cruz, que aunque no aparece muy detallada en la Biblia, es un tema muy recurrente en la pintura. Se trata de la parte central de un tríptico que encargó el gremio de ballesteros de Lovaina (Bélgica) para la iglesia de Santa María de Extramuros. El pintor homenajeó a dicho gremio colocando unos diminutos adornos en forma de ballesta en las esquinas.
Y ahora resumiré un poco la historia de como llegó el cuadro hasta España, que no tiene pérdida:
Estuvo más de un siglo en su iglesia, hasta que María de Hungría que era hermana de Carlos I, y gran coleccionista, adquirío la obra a cambio de un maravilloso órgano valorado en 1500 florines y una copia del cuadro obra de Michel Coxcie, este trueque fue documentado por Vicente Álvarez, y en 1549, el cuadro ya estaba en manos de la regente. En su viaje a Países Bajos, el principe Felipe (futuro Felipe II) vió el cuadro y su tía se lo regaló. En 1555 se lo trajo a España en un barco que naufragó, aunque gracias al minucioso embalaje, el cuadro se rescató sin daños graves.
El cuadro lo restauraron a petición del rey Felipe, para disimular las grietas que tenía, y se le añadieron las dos portezuelas para devolverle su antigua fisonomía de tríptico, aunque al final las volvieron a quitar. La obra pasó por sitios como El Pardo y el Escorial, donde hay una copia.
En 1936, durante la Guerra Civil de España, lo llevaron a Ginebra (Suiza) hasta que en 1939, se lo devolvieron a España y lo colocaron en el Museo del Prado, donde aún hoy permanece. A pesar de todos estos «trotes» que tuvo que soportar el cuadro es impresionante lo bien que se conserva del tiempo.
Ahora pasemos a hablar sobre lo que sucede en el cuadro: representa el descendimiento de Cristo de la Cruz, José de Arimatea y Nicodemo ayudan a bajar su cuerpo por una escalera, mientras María sufre un desfallecimiento y su rostro se llena de sufrimiento, varias personas intentan evitar que se caiga. Ambos personajes, Madre e Hijo, aparecen en la misma postura, simbolizando el paralelismo entre el sufrimiento de María y el de Jesús. En el cuadro también aparecen más personajes llorando con un pañuelo en la cara, entre ellos, María Magdalena, cuyas lágrimas están representadas con mucho realismo.
Las figuras están sutilmente separadas en grupos, sobre un fondo dorado, símbolo de lo divino y lo eterno.
El cuadro muestra muy bien los gestos y padecimientos de cada uno, una de las principales características de la pintura del gótico, que a diferencia del románico, los personajes contaban con expresividad en el rostro.